Mentiras falsas by Christine Rimmer

Mentiras falsas by Christine Rimmer

autor:Christine Rimmer
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2009-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo 8

Tori escuchó, sin estar segura de qué pensar, mientras Connor se lo contaba todo: la visita de su exesposa y cómo le había exigido que le permitiera enviar a CJ al extranjero. Le habló de su negativa y de las amenazas de su ex. Y le confesó sus mentiras que ella era la tutora de CJ y que se iban a casar.

Cuando Connor terminó, ella salió de la bañera, agarró una toalla y se envolvió con ella. Le tendió una a él y esperó mientras se levantaba, mirando cómo le chorreaba el agua por el cuerpo, fuerte y atractivo.

Connor se secó y entró en el dormitorio, donde se puso los pantalones. Ella se cambió la toalla por el albornoz que tenía colgado detrás de la puerta.

Entraron en la cocina. Ninguno de ellos dijo ni una palabra, mientras Tori preparaba café para él y té para ella. Se sentaron a la mesa.

Ella le dio un trago a su té.

—En cuanto a lo de ser tutora de CJ, me parece bien.

—Gracias —repuso él, levantó la taza de café, bebió y la dejó.

—Pero, respecto a lo otro… —comenzó a decir Tori. Le incomodaba decirlo. Fingir ser su novia, pretender que iban a casarse… No importaba las palabras que eligiera, le seguía sonando demasiado absurdo para dos personas adultas.

Absurdo y falso.

—En cuanto a lo otro… —repitió ella y, de nuevo, no fue capaz de ponerle palabras. Apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó hacia él—. ¿Crees que es realmente necesario? ¿No crees que a tu ex no le va a dar tiempo a llevar el tema a juicio antes del verano?

Él bebió más café.

—Legalmente, puede conseguir que un juez dé la orden de que yo le devuelva a CJ dentro de una semana o dos.

—¿Pero no tenéis custodia compartida? ¿No tienes tanto derecho como ella a estar con tu hijo?

Connor apartó la mirada un momento.

—Ella tiene la custodia y yo tengo derecho a visitas… es decir, cuando quiero pasar un fin de semana con él, tengo que llamarla con semanas de antelación y ella tiene que dejarme que me lo lleve, hasta un total de treinta fines de semana al año —explicó él, dejó la taza y se quedó mirando al vacío—. A mí me pareció bien en su momento. Nunca imaginé que querría pasar tanto tiempo con él. La verdad es que, cuando me separé, no tenía tantas ganas de llevarme a CJ los fines de semana y lo hacía, más bien, por obligación —confesó, con la mirada en la ventana.

Tori lo observó y se dio cuenta de lo disgustado que estaba consigo mismo. Tuvo que esforzarse para no acercarse a él y tomarlo de la mano.

—Pero Jennifer te convenció para que te lo llevaras a pasar el verano.

Él la miró de nuevo.

—Y, poco a poco, he descubierto que quiero ser un verdadero padre.

—CJ tiene quince años. ¿No tiene edad suficiente para decidir? Supongo que piensas contarle lo que está pasando, ¿no? —quiso saber ella.

Connor asintió.

—Esta noche está en el rancho de mi hermana.



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